Bartolomé Esteban Murillo; (Sevilla, 1617/1682). Pintor español, nació en 1617 en el seno de una familia de catorce hermanos, de los que él fue el benjamín.
Quedó huérfano de padre a los nueve años y perdió a su madre apenas seis meses después.
Una de sus hermanas mayores, Ana, se hizo cargo de él y le permitió frecuentar el taller de un pariente pintor, Juan del Castillo.
Hace más de 400 años nace en Sevilla Bartolomé Esteban Murillo, un pintor cuyos cuadros sobre niños de la calle, retratos de patricios y escenas religiosas le dieron fama en toda Europa.
Un hombre caritativo y práctico.
La literatura del siglo XIX ha transmitido una imagen de Murillo casi beatífica: un hombre de su tiempo, devoto sincero, miembro de cofradías y hermandades y amigo de sus amigos.
También ha sido descrito como un buen administrador y un hombre con los pies bien asentados en la tierra.
De él sólo se han conservado dos autorretratos, uno que lo muestra con apariencia juvenil y otro realizado en edad madura y destinado a sus hijos. En él, el pintor aparece dentro de un marco oval, sobre el que apoya la mano, y mostrando los atributos de pintor.
Murillo. Autorretrato. 1668-1670. Galería Nacional, Londres
Documental ‘Murillo, pintor de la infancia’, dirigido, guionizado y narrado por Valdivieso, acerca la producción del genio del barroco al público infantil.
Documental SEVILLA (Murillo) La Alegría del Barroco.
Nobles y Burgueses sevillanos con imágenes sobrias.
Murillo retrató a nobles y burgueses sevillanos con imágenes sobrias, dignas y elegantes. A partir de la década de 1650, la pintura de Murillo asumió influjos procedentes de Flandes y de Italia, a lo que pudo contribuir su viaje a Madrid en 1658, que le permitió contemplar las obras de Tiziano, Rubens y Van Dyck conservadas en las colecciones reales.
Don Andrés de Andrade. Murillo. 1656-1660. Museo Metropolitano, Nueva York
Pícaros de Sevilla.
Realizado a mediados de la década de 1640, este óleo pertenece a la primera fase de la evolución pictórica de Murillo, bajo la impronta del naturalismo.
Se representan dos niños de corta edad como los muchos que vagarían por Sevilla en esos años, comiendo uvas y melón que sacan de un cesto que seguramente acaban de robar.
El pintor reproduce con extremado realismo los harapos que visten, la suciedad de sus pies y manos, y sus gestos de glotonería.
Iglesia de Santa María la Blanca de Sevilla.
Murillo realizó en 1665 cuatro pinturas para decorar esta iglesia. Sus mecenas más habituales fueron las instituciones eclesiásticas de Sevilla.
Vista de su interior barroco. Murillo realizó en 1665 cuatro pinturas para decorar esta iglesia.
Una de sus obras fundamentales "El nacimiento de la Virgen" la pintó para la catedral de Sevilla, aunque actualmente se conserva en el Museo del Louvre de París.
La visión de San Antonio.
Este óleo de grandes dimensiones (casi 6 m de alto por 4 de ancho) decora la capilla bautismal de la catedral de Sevilla.
En 1810, durante la ocupación francesa, el mariscal Soult trató de llevárselo a Francia, pero el cabildo logró que se conformara con otro cuadro de Murillo.
En 1874, un ladrón se ocultó una noche en la catedral y como el óleo era demasiado grande, recortó la figura del santo. Por fortuna, el fragmento llegó dos meses más tarde a un anticuario de Nueva York que reconoció la obra y la vendió a la embajada española. Una hábil restauración permitió que al año siguiente la obra luciera de nuevo en su integridad.
óleo de grandes dimensiones (casi 6 m de alto por 4 de ancho) decora la capilla bautismal de la catedral de Sevilla.
La Sagrada Familia del pajarito.
En sus últimos años de vida, lejos de disminuir sus facultades creativas, su técnica superó los niveles alcanzados en décadas anteriores, con una pincelada cada vez más fluida y un colorido más transparente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario